Tuesday, 19 May 2009
Monday, 21 April 2008
No sé...
Lunes, 9:00 horas: el peor momento de la semana. Lo pienso mientras cruzo la calle y miro el reloj de Catalunya radio. Las 8:55. Voy bien.
Cada día es igual: el despertador, la ducha, el desayuno, el metro-controlando casi los segundos-el paseo hasta el trabajo, cruzar la calle, el reloj de la radio, los locutores que hacen su programa, y la oficina. Y así cada mañana. Los día se mezclan y las semanas tienden a seguir una misma evolución. Sin casi darme cuenta llega el fin de semana y el lunes vuelta a empezar.
Y no sé...
Me aburro y quiero cambios, pero no sé.
Tengo muchas ideas pero ninguna está demasiado clara y no sé.
Me miro en el espejo y no me veo bien... pero no sé...
Cada día es igual: el despertador, la ducha, el desayuno, el metro-controlando casi los segundos-el paseo hasta el trabajo, cruzar la calle, el reloj de la radio, los locutores que hacen su programa, y la oficina. Y así cada mañana. Los día se mezclan y las semanas tienden a seguir una misma evolución. Sin casi darme cuenta llega el fin de semana y el lunes vuelta a empezar.
Y no sé...
Me aburro y quiero cambios, pero no sé.
Tengo muchas ideas pero ninguna está demasiado clara y no sé.
Me miro en el espejo y no me veo bien... pero no sé...
Monday, 5 November 2007
Monday, 29 October 2007
Tuesday, 16 October 2007
Gracias :-)
Sucede que a veces la vida mata y el amor
te echa silicona en los cerrojos de tu casa,
y te abre un expediente de regulación,
o te expulsa del Edén, hacia tierras extrañas.
Sucede que a veces sales de un bar y la luz
quema la piel de este vampiro que te ama,
te llena la frente de fino polvo marrón-sur,
bostezas y te queman agujetas en las alas.
Pero sucede también
que, sin saber cómo ni cuándo,
algo te eriza la piel
y te rescata del naufragio.
Y siempre es viernes, siesta de verano,
verbena en la aldea, guirnaldas en mayo,
tormentas que apagan el televisor.
Teléfonos que arden, me nombra tu voz,
hoy ceno contigo, hoy Revolución,
reyes que pierden sus coronas,
verte entre la multitud,
abrazos que incendian la aurora
en las playas del sur.
Sucede que a veces la vida mata y te encuentras
solo y en este corazón no reciclable
se hunden petroleros desahuciados y sospechas
que provocan miopía en lanzadores de puñales.
Sucede que a veces la vida mata y el invierno
saca su revólver, te encañona en las costillas,
te aterran los álbumes de fotos y el espejo,
huele a pino el coche y el mar a gasolina.
Pero sucede también
que, sin saber cómo ni cuándo,
algo te eriza la piel
y te rescata del naufragio.
Y siempre es viernes, siesta de verano,
verbena en la aldea, guirnaldas en mayo,
tormentas que apagan el televisor.
Teléfonos que arden, me nombra tu voz,
hoy ceno contigo, hoy Revolución,
reyes que pierden sus coronas,
verte entre la multitud,
abrazos que incendian la aurora
en las playas del sur.
Sucede que a veces la vida mata...
Y siempre es viernes, siesta de verano...
Hoy ceno contigo, hoy revolución...
te echa silicona en los cerrojos de tu casa,
y te abre un expediente de regulación,
o te expulsa del Edén, hacia tierras extrañas.
Sucede que a veces sales de un bar y la luz
quema la piel de este vampiro que te ama,
te llena la frente de fino polvo marrón-sur,
bostezas y te queman agujetas en las alas.
Pero sucede también
que, sin saber cómo ni cuándo,
algo te eriza la piel
y te rescata del naufragio.
Y siempre es viernes, siesta de verano,
verbena en la aldea, guirnaldas en mayo,
tormentas que apagan el televisor.
Teléfonos que arden, me nombra tu voz,
hoy ceno contigo, hoy Revolución,
reyes que pierden sus coronas,
verte entre la multitud,
abrazos que incendian la aurora
en las playas del sur.
Sucede que a veces la vida mata y te encuentras
solo y en este corazón no reciclable
se hunden petroleros desahuciados y sospechas
que provocan miopía en lanzadores de puñales.
Sucede que a veces la vida mata y el invierno
saca su revólver, te encañona en las costillas,
te aterran los álbumes de fotos y el espejo,
huele a pino el coche y el mar a gasolina.
Pero sucede también
que, sin saber cómo ni cuándo,
algo te eriza la piel
y te rescata del naufragio.
Y siempre es viernes, siesta de verano,
verbena en la aldea, guirnaldas en mayo,
tormentas que apagan el televisor.
Teléfonos que arden, me nombra tu voz,
hoy ceno contigo, hoy Revolución,
reyes que pierden sus coronas,
verte entre la multitud,
abrazos que incendian la aurora
en las playas del sur.
Sucede que a veces la vida mata...
Y siempre es viernes, siesta de verano...
Hoy ceno contigo, hoy revolución...
Monday, 8 October 2007
Vida Nueva
La última vez que escribí lo hice desde una ciudad que no era la mía, pero solo iba a estar allí por un tiempo. La ciudad de ahora tampoco es Madrid, pero esta vez he venido para quedarme.
Lo mejor de Barcelona es que tiene mar. Lo peor es que las calles son extrañas, que todo está por estrenar y a ratos me da miedo quitarle el envoltorio a las cosas, por si acaso se rompen.
En general me siento feliz. En algunos momentos, soy la persona más feliz del mundo y podría hasta llorar. Pero alguna que otra vez se me pone un gran nudo en la garganta y me pregunto a mí misma qué coño hago aquí y echo todo muchísimo de menos y lo que más me apetece es salir corriendo. Y es que desde siempre me han atraído mucho los cambios, pero a la vez me dan tanto miedo...
Por eso creo que las cosas deben ir poco a poco, sin agobios, sin prisas, sin preocupaciones... Porque no tengo nada que perder.
Mientras disfruto de mi nueva vida, espero con impaciencia la fiesta del semáforo y la sangría madrileña. Porque una puede llegar a aceptar que, al contrario de lo que defendía hace dos meses, algunos catalanes son terriblemente encantadores, pero jo, no es lo mismo...
Lo mejor de Barcelona es que tiene mar. Lo peor es que las calles son extrañas, que todo está por estrenar y a ratos me da miedo quitarle el envoltorio a las cosas, por si acaso se rompen.
En general me siento feliz. En algunos momentos, soy la persona más feliz del mundo y podría hasta llorar. Pero alguna que otra vez se me pone un gran nudo en la garganta y me pregunto a mí misma qué coño hago aquí y echo todo muchísimo de menos y lo que más me apetece es salir corriendo. Y es que desde siempre me han atraído mucho los cambios, pero a la vez me dan tanto miedo...
Por eso creo que las cosas deben ir poco a poco, sin agobios, sin prisas, sin preocupaciones... Porque no tengo nada que perder.
Mientras disfruto de mi nueva vida, espero con impaciencia la fiesta del semáforo y la sangría madrileña. Porque una puede llegar a aceptar que, al contrario de lo que defendía hace dos meses, algunos catalanes son terriblemente encantadores, pero jo, no es lo mismo...
Sunday, 12 August 2007
Reflexiones
En la tele dicen que el nosécuánto% de los españoles no tiene dinero para viajar en verano. Sin embargo, da igual el punto del mundo al que vayas, que siempre encontrarás unos cuantos. Y si el punto es Firenze, somos casi una plaga.
Soy mucho más ordenada cuando vivo en un piso compartido que cuando estoy sola. Esto me lleva a pensar que no es tan difícil mantener las cosas ordenadas, así que a ver si lo pongo en práctica cuando vuelva a Madrid.
Si en España hubiesen hecho lo mismo que hicieron aquí el viernes por la noche en la Piazza di San Lorenzo (regalar platos de pasta y trozos de sandía), la plaza hubiese estado cinco veces más llena. De hecho, creo que al menos el 70% de la gente era española.
Las croatas son raras. No nos caen bien.
Il Forte di Belvedere está un poco lejos, pero las vistas merecen mucho la pena. Y el paseo de vuelta, cruzando el Ponte Vecchio al atardecer. Es todo tan bonito que la frase “este es un lugar en el que enamorarse” no me parece tan ñoña (y ahora que lo pienso, mira que es ñoña…).
A mí también me gustaría pasar un año entero de mi vida viajando.
Este verano está siendo tan especial que todos los días, en algún momento u otro, me replanteo mi futuro. No tengo ni idea de qué va a pasar con mi vida, pero sé que ahora mismo soy feliz. Y eso ya es mucho.
Soy mucho más ordenada cuando vivo en un piso compartido que cuando estoy sola. Esto me lleva a pensar que no es tan difícil mantener las cosas ordenadas, así que a ver si lo pongo en práctica cuando vuelva a Madrid.
Si en España hubiesen hecho lo mismo que hicieron aquí el viernes por la noche en la Piazza di San Lorenzo (regalar platos de pasta y trozos de sandía), la plaza hubiese estado cinco veces más llena. De hecho, creo que al menos el 70% de la gente era española.
Las croatas son raras. No nos caen bien.
Il Forte di Belvedere está un poco lejos, pero las vistas merecen mucho la pena. Y el paseo de vuelta, cruzando el Ponte Vecchio al atardecer. Es todo tan bonito que la frase “este es un lugar en el que enamorarse” no me parece tan ñoña (y ahora que lo pienso, mira que es ñoña…).
A mí también me gustaría pasar un año entero de mi vida viajando.
Este verano está siendo tan especial que todos los días, en algún momento u otro, me replanteo mi futuro. No tengo ni idea de qué va a pasar con mi vida, pero sé que ahora mismo soy feliz. Y eso ya es mucho.
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